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domingo, 30 de septiembre de 2012

Quo vadis, Europa?

          Si de algo anda sobrada Europa es de capacidad de análisis de sus propios errores. Son siglos de humanismo, minoritario si queréis, pero transformador, potente como la gubia o el cincel de un escultor para convertir la madera burda, la piedra amorfa o el metal en algo reconocible y dotado con las características inconfundibles de la obra de arte.
            A los que no hemos aprendido tanto de la humanidad, a pesar del tiempo que llevamos transitando por la vida, nos queda su magisterio y su buen juicio; lo tomamos prestado para explicarnos este tiempo que nos toca vivir. Ellos, con su palabra, reposada y certera, dan la forma exacta a nuestra desazón,  a nuestra inquietud, a nuestra indignación justificada.
           Lamentablemente, quienes gobiernan nuestras vidas no han debido leerlos. 
          Hoy dicen que Europa, la Europa solidaria que deseamos, se queda sin tiempo. La crisis ha desnudado a un continente sin recursos colectivos. La fractura Norte –Sur es cada día más evidente. La Unión Monetaria, la única unión de la que disponemos, lejos de equilibrar las desigualdades, las acrecienta cada día. La gestión mercantilista que se hace de las consecuencias de la crisis está poniendo en peligro, incluso, los sistemas democráticos de algunos países, las posibilidades de desarrollo acordes a la propia constitución europea, y  hasta la supervivencia de las personas en condiciones dignas.
            Alguno de estos referentes europeos pone en duda la propia legitimidad de la UE. ¿De qué nos sirve ahora la pertenencia a este Club del euro? No hay un plan colectivo razonable para solucionar la situación social y económica. Y cada vez que nos pareció posible que la razón de ser de las instituciones comunes – el buen gobierno- y el sentido común alumbraran algún plan, intereses locales lo han convertido en imposible.
            La gran señalada es Alemania. Frena al BCE continuamente. Sus inversores sacan beneficio de la situación económica del Sur. Los intereses nacionalistas, teñidos del populismo que florece en situaciones difíciles, se anteponen a cualquier propuesta colectiva. La deuda del sur , nuestra ruina, acrecienta su riqueza.
        Se atrincheran en un maniqueísmo insultante y falso. El Sur es perezoso, irresponsable, incapaz de hacer frente a sus obligaciones. Detrás de estas acusaciones sin fundamento si nos referimos a los pueblos del Sur, la intención de la Europa rica es marcar la línea entre el desarrollo y la pobreza, restablecer una frontera impermeable a la solidaridad de los pueblos. Antes la eliminaron para inundarnos con sus excedentes financieros e industriales.     
       Somos un país predestinado. El casino de Europa, que ya ha dejado diseñado Esperanza Aguirre. El cálido jardín de los jubilados ricos europeos.  El patio distante de la zona noble donde la  juventud políglota de esa Europa ejemplar se inicia en los excesos y se juega la vida saltando desde el balcón a la piscina. Wert les garantiza mano de obra poco cualificada para limpiar y hacer las camas. La Cuba europea de los años indignos de Batista. Quién sabe si también seremos el burdel del sur. La miseria te garantiza los papeles menos deseables del reparto. 
            Estos maniqueos del Norte rico han enterrado en el olvido a sus propios humanistas, los que alguna vez pusieron ante los ojos de sus contemporáneos el espejo donde cada país, sin excepción alguna, tuvo la oportunidad de mirar su rostro monstruoso y deforme. Deberían desempolvarlos de los estantes donde los tienen olvidados.
        O prestar atención a los que hoy le preguntan “¿Quo vadis, Europa?” O a los que vaticinan que nuestro destino europeo es, simplemente, diluirnos en el agua cenagosa de la ruina.
   No hay un solo pueblo de Europa que pueda dar lecciones morales a otro. Desgraciadamente. En caso contrario, podríamos emigrar a esa Utopía. ¡En masa!

sábado, 29 de septiembre de 2012

Fractura

      De pronto, el 25 S, mientras la policía carga con ferocidad desconocida contra los manifestantes, la Izquierda Parlamentaria, con el jefe de la oposición a la cabeza, cae en la cuenta de que se está produciendo una fractura social y de que el divorcio entre buena parte de la ciudadanía, defraudada en sus aspiraciones más legítimas, y la clase política resulta inevitable.
            A buenas horas. Resulta tentador culpar de esta fractura, exclusivamente a las políticas envenenadas de la derecha desde que Rajoy es presidente de gobierno. Tan tentador como le resulta al gobierno del Partido Popular amparar sus decisiones en la herencia recibida. En ambos casos, en injusto. Y falso. Tanto recurrir a la mentira acabará por aislar a los políticos definitivamente del resto de la sociedad.
            En el proceso de deterioro generalizado de la sociedad occidental, dominada por el peor capitalismo que hayamos conocido en los últimos cien años de nuestra historia, las instituciones políticas no están a salvo en absoluto. Al contrario, son la presa fundamental. Destruida la confianza en los Parlamentos y en los gobiernos que emanan de las urnas, ¿qué nos queda, sino la indefensión más absoluta o las trincheras…?
            Esta fractura, predecible, tuvo su solución cuando era solamente una premonición que iba tomando cuerpo entre la gente sensata que es capaz de adelantarnos el futuro. El primer gobierno Zapatero tuvo en sus manos corregir las fuerzas tectónicas que adelantaban el seísmo. Conocían la profundidad de la burbuja inmobiliaria, los chanchullos financieros, la corrupción política, las duplicidades insoportables en la maquinaria del Estado, el clientelismo político, el neocaciquismo de muchas organizaciones políticas y administrativas…
            Todo ello era de conocimiento público. Y era de conocimiento del gobierno. Y era su responsabilidad prepararnos un futuro más digno, porque de todo ello se ha aprovechado la hidra de la crisis para llevarnos a este estado de frustración, de ausencia de futuro, de desesperanza, de explotación inútil de la capacidad de resistencia de los seres humanos.
            Inútil, porque a pesar del sacrificio económico de la inmensa mayoría, del saqueo de nuestros logros sociales, de la esquilmación de nuestros haberes y del freno a nuestro desarrollo, la deuda crece, los intereses nos desbordan y el paro nos deforma y lastra el futuro de varias generaciones.
            Estoy cansado de ese tópico manido de que había que tener mucho valor para parar la música y cerrar la barra en lo mejor de la fiesta. No es sino un metáfora de la irresponsabilidad. Y quien gobierna los destinos de un país tiene algunas obligaciones ineludibles. Una de ellas es asumir las responsabilidades que demanda su oficio mirando hacia el futuro.
            La ciudadanía también está cansada de ese tópico. Y, al contrario de lo que piensan los políticos, es sabia. Analiza la realidad con precisión. Prueba de ello es que, aunque el PP se ha hundido en las encuestas y ha perdido en diez meses de gobierno un tercio de sus votantes, el PSOE sólo ha recuperado unas décimas. Señal inequívoca de que se le considera cómplice necesario del expolio que sufrimos.  Nunca se había dado, en nuestra historia reciente, un caso de hundimiento profundo del partido en el poder sin el crecimiento equilibrador del partido que representa la alternativa de gobierno. Da la sensación de que el PSOE ya no lo es. Da la sensación de que la dispersión del voto de la izquierda sociológica, o su exilio voluntario, convertirá en quimera la posibilidad de recuperar todo lo que ya hemos perdido y lo que aún nos irán arrebatando
            Si yo fuera de izquierdas, contemplando la dimensión catastrófica de la fractura, lloraría con desconsuelo lo que no supe defender con honestidad y buen gobierno: la confianza ciudadana.
            Costará mucho tiempo reorganizar una alternativa política de izquierdas que concite esperanzas y goce de credibilidad, como para que el pueblo escaldado le permita gobernar. Sacrificaron una buena parte del futuro por no parar la fiesta en el momento justo.
            

jueves, 27 de septiembre de 2012

Asuntos de poca monta

“Los Expedientes de Regulación de Empleo (ERE) autorizados o co


“Los Expedientes de Regulación de Empleo (ERE) autorizados o comunicados a la autoridad laboral ascendieron a 19.879 hasta julio, lo que supone un 72,4% más que en el mismo periodo de 2011, y afectaron a un total de 238.543 trabajadores (frente a los 158.699 empleados de 2011). Los expedientes no pactados hasta julio ascendieron a 1964, lo que supone un aumento del 92,1% respecto al año 2011”
       NOTICIAS RTVE
            He ahí los resultados extraordinarios de la Reforma Laboral.
            No obstante, en su reciente entrevista en Televisión, impulsado a dar la cara por el creciente deterioro de imagen de su gobierno y de sí mismo, Rajoy se jactó de estar tremendamente satisfecho de la reforma laboral, porque los ERE habían disminuido de forma llamativa. Habrá que recordar que la reforma laboral entró en vigor en febrero del 2012.
            Consiguió la mayoría absoluta, patente de corso para desmontar España, con mentiras. Supondrá que la mentira permanente es un instrumento imprescindible para gestionar el futuro de un país que se descompone a toda prisa.
            Pidió el poder porque sabía cómo salir del laberinto. El país le concedió la carta blanca más inmaculada que haya recibido ningún otro gobierno hasta le fecha. Y el timonel, que se presentaba como experto, nos lleva al corazón de la tormenta.
            Percibimos que, de todos los gobiernos democráticos conocidos, este es el más nefasto, el más dañino, el menos capacitado, el menos democrático. Cada día que pasa nos hunde un poco más en las arenas movedizas de las que ya casi no esperamos escapar. Sospechamos, con razones fundadas, que el país y la ciudadanía les importan un bledo.
            No gobiernan. Cumplen consignas del capitalismo más rancio de Europa y del integrismo religioso cuyas raíces se hunden en un tiempo oscuro, muy anterior al  concilio Vaticano II. Minan, sin disimulos, los cimientos de la España democrática que habíamos levantado, defectuosa pero nuestra. Nos convierten en extranjeros en nuestra propia tierra. Talan sin miramientos nuestra libertad en nombre de valores que la mayoría  ya no comparte. Manipulan la realidad en defensa de sus intereses. Desvirtúan las legítimas manifestaciones de repulsa a sus políticas. Golpean a los ciudadanos, los hieren, quebrantan su dignidad, con toda impunidad.
            Rajoy, desde Nueva York, alaba a la inmensa mayoría de españoles que no se manifiesta. Esa inmensa mayoría aprueba su política. Caben sólo dos posibilidades para explicar esta valoración. O Rajoy ha perdido la razón con los disgustos que recibe, o Rajoy piensa que el pueblo es idiota. Ambas posibilidades son terribles.
            En diez meses de gobierno ha conseguido que un tercio de quienes le dieron la mayoría absoluta hoy reniegue de la hora en que lo hizo. Todo un récord histórico en el deterioro de la confianza ciudadana. Cuando lo devolvamos a su puesto de registrador de la propiedad, al que no ha renunciado y por el que sigue percibiendo emolumentos, Rajoy llevará, seguramente, una larga ristra de récords negativos. Pero eso no consuela gran cosa.
            Grecia arde; la antorcha, seguramente olímpica, de la indignación ha prendido en el pastizal de la miseria. Portugal, ese melancólico  y educado vecino, le ha recordado a la troika y a su propio gobierno que se siente orgulloso de la revolución de los claveles, la que derrotó a una dictadura militar sembrando flores en el cañón de los fusiles. La antorcha pasa de mano en mano en el sur esquilmado. Y nuestros relevistas ya calientan, dispuestos a emprender su posta cuando Rajoy nos agradezca las buenas maneras de este pueblo prudente ante las medidas que acompañen al rescate suave.
            Es hora de que muchas cosas cambien. En nuestro sistema democrático y en el seno de Europa. De otra manera, cabe el riesgo de que una mano imprudente arrime un fósforo encendido al reguero de pólvora derramada y que se extiende hasta el mismo polvorín.
            La historia tiene tendencia a repetirse. Cada día que pasa gana seguridad la idea de que esa burda película sobre Mahoma, urdida en los Estados Unidos, ha sido una pedrada intencionada en el avispero de Oriente Medio. La crisis que la especulación ha convertido en una catástrofe planetaria parece reclamar su acostumbrada cuota de destrucción. Israel e Irán tienen cuentas pendientes. El resto será seguir el guión establecido.
            Las mentiras de Rajoy, como se ve, son asuntos de poca monta.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Parlamento secuestrado


En realidad, sí parece una fuerza desmedida
(El País digital, 26 de septiembre de 2012)


            Era de esperar que hubiera grupos organizados dispuestos a reventar la manifestación frente al Congreso de los Diputados, radicales de cualquier camada de los espacios inhabitables del espectro político, o los que proceden  del vacío y el desarraigo, buscadores de emociones fuertes, a los que igual les da una manifestación que la puerta de una discoteca para descargar adrenalina. Lo sabían los convocantes con absoluta certeza. Esperaban controlarlos con abucheos. Quizá aun no conozcan la fría determinación de la violencia.
            Era de esperar que la policía desplegara todas sus galas represivas. Para cualquier gobierno de derechas la tentación de controlar la calle con desmedida contundencia resulta indominable. Una gozada demostrar con hechos que detenta el monopolio de la violencia legítima. Quizá no tan legítima si tomamos en consideración, -asunto del que se hacen eco muchos medios de comunicación-, que la mayor parte de los agentes no llevaban visible la placa de identificación, como si ya estuvieran adoctrinados  y dispuestos de antemano a ejercer una violencia desmedida.“Fuerte y a la cabeza, ¡que se jodan!”. Menos legítima aún, si se confirma la sospecha de que el inicio de las hostilidades lo provocaron agentes de paisano encapuchados en algunos puntos.  
            En lo que todos parecen coincidir, salvo el gobierno, es en el hecho de que  jamás la policía  democrática había actuado de forma tan desproporcionada y tan violenta contra sus conciudadanos.    
            Era de esperar, los medios de la derecha despliegan titulares desmesurados. Hablan de secuestro del Parlamento   y minimizan el número de participantes en las manifestaciones. De apenas seis mil habla el ABC.
            Más que  un Parlamento secuestrado por los manifestantes parecía un Parlamento tomado por la Delegación del Gobierno de Madrid, con la policía obligando a identificarse a los parlamentarios y con un despliegue de vallas y alambradas que hacían barruntar trincheras y campos de minas en la Carrera de san Jerónimo. La estética de la guerra desplegada por las calles de la capital como un decorado imprescindible para el desprestigio de la protesta ciudadana.
            Pero tienen razón. El nuestro es un Parlamento secuestrado. Hace ya mucho tiempo que perdió su autonomía, su conciencia y su función. Hace ya mucho tiempo que nos parece un decorado de cartón piedra donde cómicos con escaso apego a su oficio, y sobre un guión mal urdido, representan una pantomima. Y no lo ha secuestrado la ciudadanía que les entregó  su voz y su esperanza. Lo han secuestrado el capitalismo especulador, la insolidaridad de Europa para consigo misma, la cobardía para afrontar la corrupción y el deterioro institucional, los intereses partidistas y, quizá, el convencimiento de que, como país, tenemos difícil solución.
            En realidad, a veces uno siente que es el Parlamento el que tiene secuestrada a la nación.


Y una violencia desmedida
(El País digital , 26-09-2012)

     

martes, 25 de septiembre de 2012

Europa tiembla



Asamblea ciudadana en los alrededores de El Prado. 25 S
Fotografía El País


          La foto asusta. En especial a CospedalEs cierto, tienen pinta de revolucionarios sin control, armados hasta los dientes tras asaltar el cuartel general del ejército. Asusta verlos tan amenazadores y dispuestos a subvertir el orden constitucional.
            Europa tiembla. El sur ha comenzado una sangrienta revolución.
            Intereconomía tiene puesta la carta de ajuste y los valerosos contertulios de ayer se han deslizado por la cloacas de la ciudad, confundiéndose con las ratas en su medio natural.
            El rey ha puesto pies en polvorosa y se desconoce su destino. Se sospecha que se ha inclinado por un país con reservas de caza mayor, puesto que Urdangarín le ha negado asilo político en su mansión americana. Asuntos de familia que no vienen a cuento. Viejas rencillas.
             Rajoy se ha refugiado en la embajada de Chipre. Por las bravas. Es un país que se apresta a solicitar el rescate de Europa y ha suprimido el personal de seguridad para ahorrar gastos. Rajoy llegó de incógnito, pero un twiter malicioso - se sospecha que procede una presidenta de comunidad dimisionaria por disputas de casino - ha puesto a los revolucionarios tras su pista.  Se dice que Merkel no le devuelve las llamadas en las que Mariano implora un rescate suave y previsor. Parece ya indudable que el beso de la escalinata de la Moncloa era un beso de conveniencia, sin amor alguno. Se supone que este rescate, sin prima de riesgo de por medio, da poco beneficio al Bundesbank. Anda mohíno, cabizbajo, depresivo. Es comprensible. Hacer lo que dios manda y recibir este pago debe ser una experiencia dolorosa. Y Obama  ya no le ofrece garantías. Bastante tiene con la película de Mahoma que  está dando quehacer a Delta Force. Como para madarla al rescate de un gallego desconocido.
            Wert ha pedido la intervención del Equipo A porque la residencia del Opus que lo acogió a media mañana no garantiza su seguridad ni con la intervención papal. Se le ha oído responsabilizar, en términos malsonantes, a Educación para la Ciudadanía de este desmadre patrio. Zapatero sembró los vientos y a él lo alcanza la tempestad.
            Recuperando viejas tradiciones en recuerdo de la semana trágica, las primeras iglesias han empezado a  arder en Barcelona, solas, sin intervención humana, como si ya conocieran su destino. Las que quedan de pie se han engalanado de senyeras. Por si acaso.
            Por su parte, Merkel ha solicitado permiso al parlamento propio para que las tropas alemanas refuercen la frontera francesa en los Pirineos, temiendo que esta explosión de cólera hispana arrase lo poco que quedaba de la vieja Europa, antes de esquilmarla por completo.
            Se ha visto un camión de reparto en las proximidades del Congreso desembalando una guillotina procedente del Museo de la Revolución Francesa y sabemos de fuentes más que fiables que en el interior del Parlamento ha comenzado un juego macabro, el de sacar la pajita más corta, para dilucidar a quien le toca ofrecer su cabeza para calmar a las hordas sanguinarias. 
            Algunos testigos imparciales afirman haber visto a ministros y ministras, disfrazados, en procesión por la T4 buscándose destinos desconocidos y seguros, como el Islote Perejil, reconquistado por el bizarro Aznar de las Azores, un territorio patrio a fin de cuentas.
            Los creyentes madrileños han sido convocados a rogatorias por España en la catedral de la Almudena; a estas horas rezan en medio de la desazón que les produce la desconfianza del pastor en el poder de la oración. Ha trascendido que Rouco se encuentra ya entre los muros seguros del Vaticano, a donde llegó a media tarde en un vuelo low cost.
         La más lista, Esperanza, como siempre. Se fue a tiempo. Algo sabría. Los revolucionarios apenas si recuerdan su nombre ni su rostro. Por el servicio de su casa se ha podido saber que se le ha quedado congelada en los labios, como un navajazo irreverente en su rostro liberal y noble, una sonrisa maligna impropia de una persona de su alcurnia. Más vale una oportuna dimisión que verse en esta desbandada, a  calzón bajado y sin unos miserables calcetines blancos, como en aquella aventura de Bombay. Y es que la venganza , mejor pronto y caliente. 
            En fin, un sindios. 
            Pero, señora Cospedal, sigo sin ver en esa foto el tricornio de Tejero.
        No sé qué verá usted , señora Secretaria General.  Yo sólo veo ahí gente cansada, decepcionada, traicionada en sus expectativas. Ciudadanos a los que el Estado defrauda cada día. Ciudadanos a los que se les reclama el voto y se les niega participar en el diseño de sus vidas. Gente que ya casi no tiene nada que perder salvo la conciencia de su propia dignidad. Gente a la que el Parlamento, sus representantes electos en el órgano legislativo, debiera recibir demostrando respeto a sus denuncias justas.  
        Yo sólo veo ahí gente necesitada de futuro, multitudes que reclaman esperanza. Como en Grecia, como en Portugal.
      Solo veo en esa foto  víctimas del capitalismo irracional, cuyas consecuencias su gobierno agrava cada día.
            

lunes, 24 de septiembre de 2012

Nuestra Juana de Arco liberal


        Soy una persona osada. Lo reconozco. Y fiel a esa constante de mi vida, hoy entraré en terrenos pantanosos. Arriesgado parece contradecir a Mario Vargas Llosa,  un intelectual tan prestigioso, por demás Premio Nobel, premio Cervantes, premio Príncipe de Asturias de las Letras. Un hombre-premio en toda la extensión de la palabra.  Y Marqués de Vargas Llosa, noble de España, por si algo le faltara a su envidiable biografía.
            En la cuarta página de opinión, en el  “El País”, domingo 23 de septiembre, el nobel noble peruano, bajo el título “Esa Juana de Arco liberal” hace un elogio encendido de Esperanza Aguirre.
            Es tan exagerado el panegírico que uno diría que ya la da por muerta. No de otra manera los creyentes hacen subir a los altares a sus modelos admirables, beatificación mediante.
            Aduce dos grandes virtudes cardinales de esta ejemplar política contemporánea, casi la única con convicciones liberales de la España democrática, según él. Ha sido capaz de recortar el intervencionismo del Estado en la vida económica y social y ha abierto el imprescindible camino de las privatizaciones de las instituciones.
            Ya está todo dicho.
            Es la biblia de la derecha económica y política. El Estado es molesto, regula las relaciones económicas y cobra impuestos. Y los servicios públicos son un yacimiento de negocio. Hay que ponerles precio. Ya se sabe, tienes todos los derechos que seas capaz de costear.
            Lo que ha hecho la beatificable Aguirre.
            Por lo demás,- nos dice- si Aguirre hubiera alcanzado la presidencia del gobierno, España no habría conocido la crisis en la que estamos atrapados. Con su brillante armadura liberal nos tendría, probablemente, a la cabeza de Europa. 
      Debe ser que las medidas que está estableciendo el “izquierdista” gobierno de Rajoy no son suficientemente liberales en opinión de Vargas Llosa. De ahí la persistencia de la crisis.
            Ella ha convertido Madrid en una referencia contemporánea de la modernidad, una potencia industrial, la región más próspera, y de vida cultural más rica. Quizá a Esperanza le debamos el Museo de Prado y los libros de Historia no le han hecho justicia. Por lo que sé, ha implantado en el currículum escolar la obligación de asistir a tentaderos para recuperar la afición a los toros y se ha jugado su futuro político a Eurovegas , un islote de corrupción, al que ha prometido exenciones fiscales y legales intolerables.  
            Industria, prosperidad y cultura . La que el pueblo necesita. Toros y ruleta. 
     Quizás se refiera Vargas Llosa a un progreso que nosotros no vemos. Esperanza  potencia la investigación pensando en el futuro.  Eurovegas, modelo de liberalismo extremo, será un territorio exento de cumplir con la legislación laboral que garantiza, todavía, algunos derechos de los trabajadores. Un laboratorio donde hacer pruebas para futuras reformas laborales. 
            Ejemplar, Esperanza, desde luego.
            Esperanza, con su dimisión, nos sume en la orfandad. Sin ella nuestro futuro se oscurece y se tiñe de ribetes amenazadores. Ella ha sido la “única” capaz de colocar en su lugar a la izquierda española, dura, dogmática y vanidosa, a la que ha dado incontables lecciones  del significado auténtico de términos tan manoseados como compasión, solidaridad y justicia social. 
       Cita como ejemplo las incontables ayudas que ella ha promovido para facilitar la integración de los exiliados cubanos. Ejemplar, Esperanza. Esa ayuda no tiene el más mínimo tinte político. Ella no ha instrumentalizado a los inmigrantes cubanos para desprestigiar a Castro. Los inmigrantes cubanos son más inmigrantes que el resto de inmigrantes del resto del mundo a los que ha dejado sin servicios básicos, como la atención sanitaria, recogida en la declaración universal de los derechos humanos.
            Resulta lastimoso cuando la ideología se antepone a la inteligencia. No cabe otra explicación. La visión de Vargas Llosa no es un error de perspectiva histórica; es pura ideología. Es apostolado de la mentira sobre la que se cimenta buena parte de nuestra ruina. Barra libre al capitalismo inhumano. 
        Ella es ejemplar porque ha sabido confiar en los mercados. Y esa es su gran lección a los obtusos políticos españoles, tanto de izquierdas como de derechas.
            Es casi un crimen contra la humanidad que esa voz, aupada sobre el pedestal del merecido respeto intelectual que su obra escrita le ha generado, defienda como modelo de convivencia humana el mundo que nos está generando el mercado especulativo, irracional, insolidario, depredatorio de derechos humanos. 
            Quizás envuelto en su aureola, Vargas Llosa es incapaz de contemplar la realidad. Son estas voces, no sé si de forma involuntaria, las que colaboran al paulatino golpe de estado que sufrimos. Son estas voces las que justifican la miseria de una buena parte de la humanidad en aras del derecho a enriquecerse de una insignificante minoría.
          La alaba , también, por su exquisita cultura. ¿Qué Esperanza Aguirre ha conocido este hombre, que el resto de la humanidad no ha sabido ver? 
            Dios guarde a  Esperanza del Arco o Juana Aguirre. Pero lejos de nosotros.
            Según él, se marcha porque ahora ha decidido dedicarse a su familia. Después de treinta años de dedicarse a ser la política más laboriosa del país ,-eso nos dice Vargas Llosa-, con doce o catorce horas de ocupación en la agenda cotidiana, se habrán acostumbrado a estar sin ella.  Salvo este rendido admirador, todos sabemos que sus oscuros compromisos con Eurovegas le han costado la cabeza. Por una vez Rajoy, empujado por la mitad de sus ministros, ha sido capaz de tomar una decisión drástica.
En buena hora.
Hoy ha trascendido que las grandes empresas españolas han pagado a Hacienda el 11,6% de sus beneficios. Yo, un simple funcionario al que han rebajado varias veces su nómina durante el desarrollo de la crisis, al que han desprestigiado desde el propio gobierno , que teme mi independencia y mi fidelidad exclusiva a la sociedad a la que sirvo, pago el 26,75% de mi exigua nómina. 
  Ese es el sistema que defiende el premio nobel. No es el mío, desde luego. Quiero que el estado cobre impuestos y nos lo devuelva en calidad de vida y en servicios públicos.  Y, más a quien más tiene. Mi razón me impulsa a perseguir  una sociedad en las que las desigualdades se atenúen. El estado no es mi enemigo; debiera ser mi aliado, pero lo han usurpado y corrompido los que ahora quieren destruirlo. Aunque le pese a Vargas Llosa y a sus extremosas musas liberales .
  Será que yo no soy marqués, ni condesa consorte. Soy más bien parte de esa  izquierda dura, dogmática y vanidosa que celebra que nuestra Juana de Arco se jubile. Pocas personas públicas de nuestra historia reciente resultan más detestables, aunque pocas , también, habrán tenido un exégeta tan brillante en la hora del adiós. ¡Que se besen!
           


martes, 18 de septiembre de 2012

Lo peor de la crisis

    Lo peor de la crisis no es que haya tenido lugar. Sucede con frecuencia. El capitalismo es compulsivo. Aspira a que ninguna organización humana le ponga límites a su derecho a pastorear la economía mundial. Se multiplica sin control. Y cuando los depredadores crecen a un ritmo superior al de sus presas suele producirse una catástrofe ecológica.
    Lo peor de la crisis es que se retroalimenta. Invadió  los países y , buscando una salida en el laberinto de sus contradicciones y mantener, al tiempo, los benficios de quienes la causaron, ahora no encuentra otro camino que enclaustrar a los pueblos en una cárcel de  miseria. El virus que te mata parece desconocer que morirá contigo.
    Lo peor de la crisis es que el médico que  debiera cuidar nuestra salud, nos receta pócimas envenenadas que colaboran con la enfermedad a destruirnos. Y, además, nos las cobra.
    Lo peor de la crisis es que diluye los proyectos colectivos. La Europa que cimentó nuestra esperanza se despedaza, refuerza sus fronteras. Cada pobre cierra sus puertas por temor a la pobreza del vecino. Los nacionalismos han sacado a la calle sus viejas banderas descoloridas. La solidaridad ya no es el instrumento del progreso de todos. Ahora es una amenaza.
    Lo peor de la crisis es que Europa no sabe, o no puede, o no quiere encontrarle solución y, sin Europa, quizá nunca escapemos de sus garras.
    Lo peor de la crisis es que nos aísla en nuestro indefenso miedo, en nuestras dudas, en nuestra desesperanza. Nos deja sin conciencia colectiva, el único instrumento ciudadano para cambiarlo todo.
    Así que hoy, al menos yo, insistiré en encontrar razones para creer en el futuro y las compartiré con quien me escuche. 
     O nos habrán vencido.

lunes, 17 de septiembre de 2012

"Lideresa" fallida

 Rueda de prensa de Esperanza Aguirre, tras su huida de Bombay

           Esperanza Aguirre ha dimitido. Razones personales aduce. No parece creíble. Sean cuales fueran, su distanciamiento de la política es una buena noticia. El liberalismo ultramontano de Aguirre es una posición política dañina.
             No es liberal de convencimientos derivados de una vasta formación; es ultraliberal por su conciencia de clase, por la educación que recibió, por instinto. Es decir, su liberalismo es peligroso porque comparte el convencimiento de  que la igualdad ante la ley no tiene justificación en la práctica y de que el estado no es excesivamente necesario. 
             Alguien la ha denominado la Thacher madrileña. Disiento. En todo caso, una mezcla de Thacher y Sarah Palin: principios simples defendidos con mano de hierro, vulgaridad, ambición desmedida, llamativa ausencia de cultura, sentido práctico, descaro, populismo, escasa disciplina de partido, desprecio al enemigo incluso a los del propio partido, y , sobre todo, escasos reparos morales para lograr sus objetivos. Su primera nominación como presidenta de la Comunidad de Madrid estuvo teñida de corrupción política, soborno a dos diputados de la oposición para ausentarse de la votación y permitirle el triunfo que las urnas no le dieron.
            En fin, un personaje público poco recomendable.
            Aunque, de tremenda capacidad para resistir. No podemos negarlo. Treinta años. Mil batallas contra enemigos poderosos, especialmente contra enemigos de la misma camada.Y, mujer, en un partido de raíces masculinas.
            Por razones que no alcanzo a comprender, personas así logran de tarde en tarde altas cotas de poder personal en los sistemas democráticos. Quizá la determinación, la fiera ambición, los hace inmunes al desgaste que produce el ejercicio del poder, sobre todo el que se ejerce de forma autoritaria, desde la ignorancia voluntaria de los derechos ciudadanos. Ella es la pionera del desmontaje de los servicios públicos, la celestina del maridaje inmoral de la privatización de  dichos servicios con los intereses del capital clientelar y subsidiado.
            No sé si se ha ido de verdad. Quizá sí. Ha trascendido que solicitó a Rajoy la embajada de Londres hace ya algunos meses. Eso podría interpretarse como cansancio, o como huida.
            Ella no parece una persona que se canse. Es ambiciosa. Ha aspirado a presidir el Partido Popular desde hace ya muchos años.
            Quizá la mayoría absoluta de Rajoy y el ascenso de otra hembra alfa ambiciosa, autoritaria y atrevida, a la Secretaría General del Partido, le haya recomendado una retirada prospectiva. A ver qué pasa. Ya lo hizo Sila, un dictador romano. Se retiró para que las masas lo echaran en falta. En aquella ocasión, no surtió efecto.
              Pudiera estar huyendo también del lento proceder de la justicia que anda desbrozando la selva virgen del caso "Gürtel".  Es difícil precisarlo, pero ella es experta en huidas a tiempo, descalza si es preciso, dejando atrás a los compañeros de viaje. 
            La otra posibilidad es que tenga, realmente, un problema de salud. Le detectaron un cáncer de mama del que parece ya recuperada. Si ello es así, deseo que no eche en falta al doctor Montes, el especialista en cuidados paliativos del Hospital Severo Ochoa, al que persiguió con saña, cuando tomó entre manos el objetivo de desprestigiar a la medicina pública de su comunidad.
            No lo deseo. La salud es un derecho universal, un patrimonio humano. Yo le deseo salud, la que ella no ha defendido para los inmigrantes de su comunidad, ni para los más necesitados a los que  ha establecido un peaje de copagos y restricciones.
            No se lo deseo, pero  si los necesitase, patrimonio le sobra para pagar esos servicios en clínicas privadas donde los ricos se reservan el derecho a morir de forma digna.
            Ella siempre ha estado convencida de que los ciudadanos tiene todos los derechos que pueden pagar. Para el resto, queda la limosna y la beneficencia.
            ¡Adios, señora Aguirre! En buena hora. Y que su salud no le haga inhabitable su retiro que tanto merece el pueblo madrileño.

           
            

domingo, 16 de septiembre de 2012

Algo que hacer (II)



EL MODELO "TEA PARTY"

         ¿Cómo se puede proponer como modelo al “Tea Party?
           Salvando la distancia ideológica y la extrañeza que pueda provocarnos establecer paralelismos entre ambos, hay concomitancias entre el nacimiento de Tea Party y el 15 M. 
            La primera, es que ambos surgen como un movimiento ciudadano de protesta, de origen más o menos espontáneo. El “Tea Party” nació en el 2009 como consecuencia del rechazo a determinadas leyes económicas aprobadas, en primer lugar por George Bush, hijo y, posteriormente, por Obama  para hacer frente a las consecuencias de la crisis del sistema financiero americano. Manifestaban el rechazo a los impuestos, a los rescates bancarios y los gastos del Estado.  Eran, también, indignados, a los que no faltaba razón. George Bush logró que el Congreso estadounidenses aprobara la inyección de 750.000 millones de dólares para sanear el tremendo agujero financiero provocado por los desmanes del capitalismo especulativo nacional, con la autorización implícita de la Reserva Nacional y del gobierno. Y ese dinero, que no sale de la nada, corrió a cargo de los impuestos de los ciudadanos. En realidad, fue el origen de esta crisis que atenaza Europa y a media humanidad, especialmente países de África y del tercer mundo.
            La segunda coincidencia se produce en los medios empleados para lograr la cohesión de una gran masa de ciudadanos, dispersos en lugares muy alejados entre sí. Ni el 15 M, ni el Tea Party, ni los distintos movimientos similares que se han ido produciendo en lugares muy diversos del planeta, habrían sido posibles sin las nuevas tecnologías de comunicación simultánea. Internet  y las redes sociales han sido el valioso instrumento.
            La tercera es la crítica, cuando no el rechazo frontal  a la vertebración política bipartidista en ambos países, mucho más evidente en los Estados Unidos, donde prácticamente no existen  partidos de izquierda con un mensaje más radical ni  partidos nacionalistas en los que conviven intereses económicos de la burguesía local, rechazo histórico al centralismo y factores sentimentales unidos a determinados rasgos culturales propios. 
            El “Tea Party” ha atacado por igual al partido demócrata y a un buen sector del partido republicano. 
            Ahí acaban las coincidencias. Aparentemente el Movimiento 15 M no desea el poder, al menos de una forma manifiesta. El “Tea Party”, sin embargo, mayoritariamente integrado por la derecha más radical de los Estados Unidos, llevado por el sentido práctico de ese pueblo, ya está en el Congreso Americano, integrado en el ala más radical del Partido Republicano. Y en las elecciones presidenciales presenta a sus propios candidatos. Y ha sido capaz de elaborar un programa de gobierno mediante la consulta de propuestas a los ciudadanos en Internet, para elegir las propuestas más votadas. A esta iniciativa, con la finalidad de poder concretar un proyecto político, a pesar de la dispersión ideológica de sus simpatizantes y  de la selva amazónica de sus ocurrencias o preocupaciones políticas prioritarias, la llamaron “Contrato de América”. Se comprometieron a defender en el Congreso las diez más votadas y a intentar modificar las leyes en dicho sentido.
            Parece cuando menos oportuno otorgarle al “Tea Party”  el calificativo de ejemplar en  la estrategia para alcanzar una importante cuota del poder, en su aspiración por adueñarse de voz y de fuerza en las cámaras legislativas de su país.
            Sinceramente, creo que el Movimiento 15 M debiera aprender esta lección. Es la derecha más radical de los Estados Unidos, pero nos da una lección de democracia y de espíritu práctico en la lucha eficaz por sus objetivos, por más que no los podamos compartir en infinidad de aspectos. En el sistema democrático el instrumento transformador es la ley. La soberanía verdadera consiste en modificar la ley para garantizar nuestros derechos. Hay que estar presentes en su elaboración. 
            Es un gesto admirable evitar un desahucio anteponiendo nuestras personas como barrera pacífica ante la puerta del desahuciado; seguramente lograremos nuestro minuto de gloria en los telediarios, pero es infinitamente más útil proponer y aprobar una ley que los evite; defenderemos a más seres humanos. Nuestra actuación será un logro duradero y universal para todas las personas que estén en riesgo de perder su vivienda por una situación económica ajena a su propia voluntad. Hay que estar donde las leyes se proponen y se aprueban. Habrá que organizarse para modificar la realidad. No basta la llamada de atención, la generación de simpatías, la solidaridad de barra de café. No  queda demasiado tiempo. El sistema carece de dignidad y tiene un estómago poderoso que digiere con prontitud la política de gestos. 
            Hay que estar en el parlamento, en los parlamentos del mundo, porque será ahí estará la batalla definitiva. 
            ¿Sería una locura plantearse como objetivo una plataforma legalmente constituida y capacitada para comparecer en las diferentes elecciones  con el único objetivo de defender en el Parlamento un programa emanado de la selección de los propios ciudadanos  en la red, una especie de “Compromiso por la ciudadanía”, con diez o quince o veinte puntos  que representen la selección de las propuestas mayoritariamente aceptadas? ¿Tan difícil resultaría acordar el perfil de los candidatos de dicha plataforma? ¿Tan imposible establecer  con dichas personas un código de comportamiento, el compromiso de escuchar en su circunscripción las propuestas de sus conciudadanos? ¿No es esa la democracia representativa que andamos demandando? ¿No es posible que, además de una buena parte del voto “indignado”, pudiera atraer también el voto de una parte de la abstención? ¿No merecería la pena indagar esta posibilidad? 
            El “Tea Party” ya ha demostrado la potencia de iniciativas como ésta. Reconozcamos que, siendo el mascarón de proa de las propuestas más radicales del gran capital americano, ha contado con muchos procedimientos de financiación y que, sin ella, la consolidación de propuestas que menoscaban el poder de los partidos históricos encontrará dificultades extraordinarias. 
         Pero no será más  difícil que sobrevivir a este presente que nos ha tocado en el reparto de la historia. Y nos quedará la esperanza de poderlo transformar.

sábado, 15 de septiembre de 2012

Algo que hacer (I)

 DEMOCRACIA QUE SÍ NOS REPRESENTE
Del Libro en preparación "Indignados de ayer " 
    
Tomemos como referencia las últimas elecciones generales del 20 N de 2011, que han otorgado mayoría absoluta al Partido Popular. Todos los ciudadanos del país, en un sentido o en otro, sufrimos ahora las consecuencias de dicho resultado.
            Veamos  brevemente los números de la convocatoria electoral y saquemos las conclusiones pertinentes.
            No os cansaré demasiado con números. Pretendo reflexionar sobre la situación en todo caso. Demostrar que no es lógica.
            El  censo electoral- ciudadanos con derecho a voto- en las últimas elecciones generales ascendía a 35.779.491 personas. Para la representación de las mismas - de todas ellas- en el Parlamento, la ley tiene establecidos 350 diputados. La participación fue del 71,69%. Eso quiere decir que el 28,31% de las personas con derecho a voto no lo ejercieron. 10.129.174 no tuvieron motivos para ir a depositar su papeleta. No eligieron a ningún representante de los que se postulaban.
            Traducido, porcentualmente, a número de escaños que correspondería a  esos ciudadanos, 99 de los escaños preparados para representar a la ciudadanía,  no debería estar ocupados. Pero están ocupados y tienen color político.
            Porque la constitución del Parlamento, como infinidad de aspectos de nuestra organización social y política, se basa en arbitrariedades, en acuerdos, en disposiciones establecidas como parte de las reglas del juego. Y está establecido que el que no participa, en la práctica, otorga su representatividad al que lo hace. Para entendernos, los 350 escaños del Parlamento se distribuyen de acuerdo con la orientación del voto de los ciudadanos que participan. De hecho, las 10.129.174 personas que no votaron, ¡sí votaron!. Los 99 escaños que se quedaron sin representación han ido a engrosar proporcionalmente la representación de otros partidos, sobre todo los de representación mayoritaria.
            Aunque no sea exacto, por las particularidades de la ley de d´Hont, intentaré poner de manifiesto las consecuencias en nuestro mapa electoral del uso arbitrario de la abstención.
            Atendiendo a lo que establece la Ley d’Hont y , refiriéndonos sólo a los dos partidos mayoritarios como muestra de la contradición a la que nos estamos refiriendo, al PP le han correspondido el 44,62% de los votos emitidos   y al PSOE, el  28,73% de los mismos. En número de escaños, al PP le han correspondido 186 escaños, mayoría absoluta, y al PSOE  110.
            Si nos atuviéramos a la proporcionalidad que antes mencionaba, considerando que la abstención fuera exactamente eso, dejar sin representatividad 99 escaños, el porcentaje de voto recibido por el PP, en relación al ceso electoral, habría sido el 30,27%, ni un tercio de la totalidad de la ciudadanía con derecho a voto, sin justificación alguna para convertirse en mayoría absoluta en este Parlamento. Un tercio de su representación parlamentaria no la debe a la voluntad popular, sino a la Ley d’Hont. Y de forma aproximada, por la complejidad de aplicación de nuestra ley electoral, el número de escaños que le   correspondería ocupar en el Parlamento oscilaría entre 105 y 120, muy lejos de los 186 que ahora ocupa. Por su parte, al PSOE, habría obtenido un 19,49%, ni una quinta parte del voto ciudadano y le corresponderían entre 68 y 82 escaños de forma siempre aproximada. A veces un solo voto puede otorgar un escaño.
            Así que buena parte, un tercio o más,  de los escaños que ocupan los dos partidos mayoritarios no proceden de la confianza ciudadana en sus propuestas, sino  de las disposiciones que regulan el proceso electoral. De forma menos visible según nos alejamos de las opciones más votadas, la abstención pasa a engrosar la representación de todos los partidos. ¿Nos representan? La legitimidad de origen, ahora mismo, no es discutible. Son la reglas que rigen nuestra participación en la vida pública, las que regían el sistema electoral cuando tuvieron lugar las elecciones generales, pero, ¿es este el sistema que queremos, o es legítimo plantearnos su revisión…?
            Parece legítimo y veamos por qué.
            Por esa perversa deriva de la Ley d’Hont, en un cálculo aproximado, como acabamos de manifestar, un tercio de los escaños sobre los que el PP asienta su mayoría absoluta no son producto de la voluntad ciudadana. No obstante, son precisamente dichos votos los que le permiten establecer las medidas que un alto porcentaje de la población, incluyendo a sus propios votantes, rechazan ostensiblemente apenas ocho meses después de celebrarse las elecciones generales. Parece indudable que la aplicación de la Ley d’Hont pervierte la representatividad social en el Parlamento y tienen consecuencias, no sólo indeseadas, sino contrarias a la voluntad ciudadana.
            En segundo lugar, los partidos reciben subvenciones públicas – es uno de los cauces legales de su financiación- por los escaños obtenidos. Luego ese porcentaje de escaños, que moralmente no le corresponden, les generan recursos  y, al tiempo, generan costes injustificados a las arcas públicas. Injustificados moralmente. Ilegales, no, puesto que el actual sistema les permite recibir subvenciones tanto derivadas de la aceptación ciudadana a sus propuestas, del voto, como del silencio ciudadano, la abstención.
            Y en tercer lugar, cada diputado tiene sueldos, dietas, costes de alojamiento y un largo etcétera, como contraprestación a las funciones que desempeña. Siempre en teoría, pero siguiendo un planteamiento lógico, los 99 escaños que deberían ser la representación de la ciudadanía que no otorgó su confianza a ninguna de las candidaturas, no deberían estar dotados de dichas prestaciones. De hecho, deberían estar vacíos, para representar verazmente  la voluntad ciudadana.
            ¿Es modificable dicha situación? Casi nada es imposible para la creatividad humana, y, mucho menos, si forma yunta con la necesidad.
            La primera ocurrencia de una persona lógica sería plantear una modificación de la Ley Electoral mediante referéndum. Pero, como la situación actual beneficia claramente a los partidos mayoritarios, la sola posibilidad de poderlo celebrar ya resulta difícil. Y, en todo caso, ¿qué solución técnica aceptable para todo el mundo podríamos arbitrar para que la abstención estuviera representada en el Parlamento? En realidad, ninguna. La abstención tiene una casuística tan compleja y tan  indefinida que no encontraríamos nunca el procedimiento razonable para su representatividad. Incluso, parte de  ella responderá a quienes rechazan de plano el sistema democrático de representación parlamentaria.
            Se trata, pues de corregir la situación actual; se trata de no permitir que el silencio de la abstención se convierta en  poder usufructuado por el resto de candidaturas. Y, yendo algo más lejos, se trataría de recuperar una buena parte de la capacidad transformadora de ese voto, de ofrecer alguna alternativa que diera motivos para acudir a las urnas a una parte de esos ciudadanos que no se sienten representados por ninguna de las opciones políticas que concurren a las elecciones. Y ello, antes de modificar la Ley Electoral.
            Hay ya una iniciativa en marcha: Voto en blanco computable, programa del partido, legalmente constituido “Escaños en blanco” que ha participado en las últimas elecciones municipales y en las  autonómicas del 2012, celebradas en Andalucía y Asturias. Presenta listas electorales, como cualquier partido, y tiene un único punto en su programa electoral: No tomar posesión de los escaños asignados. Su yacimiento de votantes estaría entre quienes se inclinan por el voto en blanco, que sencillamente se elimina en la distribución de concejales, diputados, senadores y demás representantes electos en cualquier convocatoria, y quienes se inclinan por la abstención.
            Esta opción cumpliría con el cometido de desvirtuar las contradicciones que hemos reseñado: evitar que la abstención se compute como voto de las demás opciones políticas, y ahorrar los costes que derivan de esa perversión del sistema electoral. Hasta ahí cumpliría un cometido razonable en caso de prosperar en el futuro. Pero, en realidad, aunque tuviera éxito y arrebatara un buen porcentaje de la abstención a los partidos tradicionales, la distribución de fuerzas parlamentarias  sufriría alguna modificación, pero aquellas personas que no se identifican con ninguna de las propuestas de los partidos seguirían sin voz. Y se trata de tenerla.
            En el paseo por la historia que en breve empezaremos podremos comprobar que, casi siempre, el objetivo primordial de los indignados de la historia ha sido  estar donde se cocinan las leyes, donde se establecen los criterios para regular las relaciones humanas y el equilibrio de poder. Y podemos asegurar que los avances políticos y sociales, las conquistas sucesivas de cotas crecientes de igualdad ante le ley, ha sido producto de quienes quisieron ganar protagonismo en el proceso. 
            No será empresa fácil, desde luego. Pero la dificultad principal estriba en la indecisión de quienes sienten necesaria esa transformación, esa reiniciación del sistema. ¿Quién debe reiniciarlo? La ciudadanía. Ya se ha dicho en estas páginas. La solución de la actual situación social, política y económica será un proceso ciudadano o no será.


viernes, 14 de septiembre de 2012

Educación a su medida


           El esfuerzo de una parte de la sociedad española en los últimos veinte o veinticinco años para convertirnos en un país del siglo XXI, superando el pesado fardo de la herencia de cuarenta años de dictadura y de vergüenzas históricas ante el resto del mundo, se diluye. Como si fuésemos una sociedad incapaz de salir del laberinto histórico tejido por el autoritarismo, la imposición de las creencias religiosas, el maniqueísmo que clasifica a los seres humanos en buenos y malos según una escala de valores arbitrarios, el desprecio a la naturaleza humana, la conciencia de que el país le pertenece sólo a un grupo, el miedo a la libertad del otro, el rechazo de la razón como instrumento de organización social y la despreocupación por el futuro.  
            Una parte de España anda perdida en ese laberinto. Venció en las urnas por el agotamiento del adversario, removiendo temores y recurriendo a la mentira. Y ahora decide.
            En nueve meses de gobierno no ha establecido ni una sola medida razonable. La mayor parte de esas medidas  nos han sido impuestas desde Europa. Pero las que han surgido de su escasa autonomía no persiguen mejorar la sociedad que le otorgó su confianza. Persiguen someter al país, deformarlo en el molde  burdo  de una  ideología regresiva y empobrecedora.
            Ahora le toca a la educación.
            No bastaba con el empobrecimiento al que han sometido a la enseñanza pública. No bastaba  con la eliminación de personal docente. No bastaba con la ampliación del cupo de alumnado por aula. No bastaba con la eliminación de profesorado de apoyo cuya función resulta primordial en una enseñanza inclusiva. No bastaba con la supresión de becas, el encarecimiento de su consecución, o el encarecimiento de las tasas de matrícula en los estudios universitarios, cuyo resultado principal es la segregación por rentas de quienes puedan acceder a esos estudios.
            No bastaba.
            Toca aplicar el molde empobrecedor y regresivo.
            La derecha y sus cómplices episcopales llevan años acusando a la educación pública de adoctrinamiento ideológico. Es falso. Rotundamente falso.
            Es la derecha la que concibe el proceso educativo como un proceso de adoctrinamiento y de clasificación social.
            Lo que plantea Wert, el gobierno del PP, no es una reforma educativa. Pretende instrumentalizar la educación para que colabore en su  proyecto de convertirnos en una sociedad sometida a los poderes dominantes: el capital, la iglesia católica y una organización social elitista y excluyente.
            El concepto de evaluación como instrumento clasificador a edades tempranas favorece  un fatal determinismo social para una buena parte de la población escolar. Será condenada a integrar la masa de mano de obra barata y acrítica que el capital necesita para completar el ciclo criminal que se ha iniciado con la crisis.
            La supresión de Educación para la Ciudadanía, una disciplina para la que habrían hecho falta muchas más horas de currículum y durante todos los cursos de Secundaria, es una concesión al integrismo religioso, empeñado en imponer sus criterios al resto de la sociedad. Y el cambio de la ley por vía de urgencia para seguir subvencionando a centros que segregan por sexos, en contra de lo establecido por el Parlamento, no es sino una muestra más de favorecimiento interesado a grupos ideológicos afines. Me pregunto qué pasaría si la medida segregadora la hubiera establecido el SAT en los colegios de Marinaleda, por ejemplo ¿Se habría apresurado Wert a proponer el cambio de la ley en el Parlamento con igual celeridad?
            Todas las medidas empobrecedoras  en su conjunto alejan cada día un poco más a la población con menos recursos económicos del acceso igualitario a cualquier nivel de educación. De hecho, dejan a esa población con escaso margen de alcanzar puestos de responsabilidad en la gestión de la sociedad del futuro. Y  es sabido que los pobres solo acceden a esas funciones por méritos más que demostrados.
            La sociedad abierta empieza a ser también insostenible.
             Sacarán esta ley por mayoría; sin debate, sin acuerdos con los demás grupos parlamentarios. Deben pensar que España es suya. Que el modelo educativo de un país se soluciona por decreto, que los que no ganaron las elecciones nada tienen que decir en un aspecto primordial para el futuro del mismo.
            ¡Cuánta soberbia! No saben gobernar en democracia.
            No respetan las leyes, ni respetan al pueblo soberano. Están aún en las trincheras de alguna guerra antigua. Quien no me vota es mi enemigo. Quien no tiene mayoría, ha perdido el derecho a la palabra.
            La ley encierra, también, una amenaza: la movilidad del funcionario. Ya se contempla ¿Qué falta hacía esgrimirla de forma tan notoria? La previsible contestación del profesorado tiene encima la espada de Damocles. La Ley, como cualquier engendro de esta derecha inútil y primaria, viene teñida por un viejo autoritarismo  ¡Ay de los insumisos!
            Y como cada decisión política en los últimos tiempos, no olvida el objetivo no confesado, pero siempre presente, de cercenar competencias a las Comunidades. Poco a poco las  dejarán sin la más mínima autonomía, y entonces será la hora de plantear su supresión.
            Cuando ellos ya no estén, cuando los arrojemos por la borda de las urnas, habrá que reinventarlo todo, recuperar durante años lo que nos están arrebatando en tiempo récord.
            Mientras tanto la burocracia se adueñará de nuevo de los claustros. Habrá que rehacer programaciones, presentar documentos fehacientes de que hemos entendido la farragosa y hueca prosa de la nueva Ley y de los Decretos que produzca este parto infame. No habrá que poner demasiado empeño. Esta ley espuria nace destinada a un corto recorrido.