Vistas de página en total

miércoles, 12 de julio de 2017

La capacidad creativa está obligada a jubilarse


            Se me habrá oído decir en muchas ocasiones que, al contrario de lo que suele suceder, mi jubilación no es para mí causa de júbilo alguno.  Me exigirá un esfuerzo de adaptación a una vida poco útil para nadie, vegetativa, contemplando cómo se acerca el temible deterioro físico que acarrea consigo la vejez, y quién sabe si también el otro deterioro definitivo, el mental; el que te arrebata la conciencia de ti mismo, de los demás, del mundo, y la capacidad de entender y comunicar. A partir de ahí seré nadie. Una carga dolorosa para otros.
            Amenazas temibles, pero también inevitables casi todas si el dado de la suerte no cae  de forma favorable.
            Frente a este discurso lapidario y dolorido, mucha gente me ofrece palabras de consuelo desinteresado y amable.
            Tú escribes,-afirman. Ahora tendrás todo el tiempo que quieras para esa afición tuya. Podrás escribir todo lo que no has escrito hasta ahora.
          En algo aciertan. Dispondré de más tiempo para escribir lo que me plazca. Pero no me puedo permitir que vea la luz. Por si las moscas.
        La mayor parte de las personas que me ofrecen ese consolador refugio desconocen el dilema al que se enfrentan en España los creadores jubilados; pongamos que yo, con mucho empeño,  pueda llegar a serlo. 
            España es de los pocos países de la UE en el que los escritores en edad de jubilación no pueden cobrar su pensión y lo que generan sus derechos de autor y otras actividades, si con ello se rebasa el cómputo anual del Salario Mínimo Interprofesional, según la normativa aprobada por el PP. Dicho cómputo anual era de 9.172,80 euros en 2016.
            Desde 1998, con la nueva ley del IRPF, los derechos de autor, conferencias y coloquios eran compatibles con el cobro de la pensión por la que se ha cotizado toda la vida laboral. Pero en 2013 el Gobierno del PP cambió las cosas al estado actual. Un creador jubilado sólo tiene derecho a percibir su pensión  si no supera con ella y con los derechos de autor el límite establecido del SMI.
            Mucho países de la UE, como Alemania, Austria, Chequia, Chipre, Estonia, Finlandia, Francia, Hungría, Italia, Liechtenstein, Luxemburgo, Noruega, Polonia, Portugal, Reino Unido y Suecia tienen establecido que “una vez cumplida la edad mínima de jubilación es posible acumular el cobro de la pensión de jubilación con el ejercicio de una actividad laboral o profesional, sin que exista un límite para los ingresos obtenidos por esta actividad, norma establecida pensando precisamente, aunque no de forma exclusiva, en la creación artística, literaria o científica.
            Limitar la creación bajo amenaza de hacerte perder la pensión es una medida inexplicable. Quizás no para el PP. De antiguo viene que la mayor parte de los creadores no comulga con este rancio partido plagado de cleptómanos, de corruptos y corruptores, y enemigo del Estado en su vertiente social.
            Más parece un ajuste de cuentas del ínclito Montoro que un asunto importante para las Arcas del Estado. La pensión de los creadores que podrían vivir de los derechos generados por sus obras es el chocolate del loro.
            ¿Acaso pierden su pensión los accionistas que ingresen dividendos de sus acciones por encima del SMI? ¿Se ven obligados quienes tienen ingresos por rendimientos inmobiliarios a renunciar a sus propiedades  o a las rentas de los alquileres para cobrar su pensión?
            ¡Pues, eso!  Un ajuste de cuentas del Consejo de Ministros con la chusma creativa y displicente, reacia a convertirse en un coro de acólitos.     
            He oído que hay iniciativas de PSOE, Podemos y Ciudadanos y que dichos partidos están a favor de que cambie esta situación con la aprobación del Estatuto del Artista. Pero sus señorías tendrán asuntos más urgentes que atender. Ya se sabe que la cultura en este país de creadores universales – esa sí es la marca España-, ahora es un asunto irrelevante, de minorías trasnochadas  y elitistas. Da pocos votos.
            Por tanto, poco consuelo deriva para mí de dedicarme a la escritura. Uno escribe para ser leído. Tener un relativo éxito editorial,-la flauta que sopló el burro- o conseguir uno de esos premios imposibles que siempre ganan escritores con contrato en la editorial que los convoca, resulta una amenaza para un escritor pensionista.
            Si te jubilas y no eres rico ya, en este país no puedes escribir, pintar, esculpir, diseñar o escribir una marcha procesional para la banda de tu pueblo. No sea que tengas algún pequeño éxito y te quedes sin pensión. A ver cómo la recuperas cuando el producto de tu éxito, breve y efímero casi siempre, se te agote.




No hay comentarios:

Publicar un comentario